Emprendió negocio rentable en el mundo de la cosmética.
Por José Amilcar Oviedo
Belén Ortiz (29) era maquilladora en la peluquería de su tía los fines de semana hasta altas horas de la noche. Necesitaba de un trabajo más liviano para estudiar, debido que se encimaron las materias por un paro en 2016 en la Facultad de Ingeniería.
Fue así que con G. 300.000 decidió vender pestañas postizas. Compró 20 cajas de la materia prima que en apenas 3 días se acabaron.
“Eran cajas de 5 pares, recuerdo, y en esa época era una novedad porque solamente había las pestañas de un par”, dijo.
Comentó que hace 6 años cuando comenzó no había tutoriales en internet de cómo ensamblar las pestañas. Fue un “tanteo libre”, calificó la fernandina.
“Le pregunté a mi proveedor cómo podía trabajar con las pestañas, me enviaron algunas imágenes ilustrativas para poder hacer y fui ensayando”, afirmó.
Después de dos meses de pruebas y errores salió el producto esperado. Dejó su carrera en el 2018 para enfocarse más en su empresa a la que llamó “Pestañas Cool” y comenzó a estudiar Comercio Internacional.
Pelo humano
De una fábrica de China le llegan las pestañas postizas de pelo sintético. Del mismo país le llega la materia prima para las pestañas postizas de pelo humano.
En Paraguay arman, ensamblan y empaquetan. Otra novedad son las pestañas 3D que parecen pelo de verdad.
“Son más de 36 modelos y hay diferentes presentaciones, pero las pestañas de un par están desde G. 9.000 a precio público”, indicó.
Recibe preguntas de distintos países y, hasta el momento, el mercado argentino es el que está abasteciendo.
Su fábrica de pestañas tiene la capacidad de producir 8.000 pares mensuales y aspira a llegar a las farmacias y supermercados.
Su distribución le permite a Belén conocer los gustos de las paraguayas, según la zona del país donde viven.
Asegura que las fronterizas como de Pedro Juan Caballero y Ciudad del Este gustan de pestañas cargadas, influenciadas por Brasil.
“Son más arregladas, más coquetas, un poco más extravagantes que las asuncenas que son muy clásicas, muy calmadas”, definió.
Las encarnacenas son coquetas, pero no muy exageradas, tienen mucho de la cultura de Argentina, comentó.
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