Desde temprana edad, los hijos acuden a clases como danza.

Los riesgos de presionar a los niños para que vayan a cursos

Piden a los padres respetar sus gustos para que no pierdan la creatividad.

Piden a los padres respetar sus gustos para que no pierdan la creatividad.

Por José Oviedo Bareiro

Muchos padres buscan que sus hijos aprendan a socializar anotándoles a escuelas de fútbol, clases de música, danza o idiomas. Lo que muchas veces no tienen en cuenta es si verdaderamente eso es lo que quieren sus hijos.

Ingrid Frutos, de una academia de danza de San Lorenzo, destacó que es importante darles actividades aparte de la escuela o el colegio para que se desarrollen.

“El niño va experimentando, se va descubriendo también. Va observando qué le gusta y los padres les vamos direccionando”, comentó.

Puso como ejemplo a su hija de 11 años, que practicaba danza con ella, pero llegando a la pubertad, se dio cuenta de que no le apasionaba tanto.

“Ahí tuvimos como un choque, porque yo, siendo profesora de danza, es como mi sueño que mi hija sea bailarina. Y es un error que a veces tenemos los padres que queremos depositar todos esos anhelos”, dijo.

Comentó que de a poco puede ser que su hija vuelva a tomarle el hilo a la danza. De su parte, esperará.

Sin saturar

El profesor de violín, Blas Vive, considera que lo óptimo es que los niños no tengan demasiadas actividades extraescolares.

“Veo que les imponen muchas actividades y tiene un impacto negativo en los niños, en cuanto a su rendimiento y motivación”, afirmó.

Analizó que lo que puede ocurrir con los padres es que buscan preparación para el futuro o solo tener un sitio donde dejarles para tener tiempo libre. Añadió que los niños no nacen con una condición para ser deportistas o artistas.

“Ellos no nacen tocando el violín ni otro instrumento. Entonces, van experimentando y ven si siguen o no en la música”, remarcó.

Agotamiento

La psicóloga infantil Fátima Dagogliano señaló que obligar a un niño a realizar algún deporte aumenta la probabilidad de que este desarrolle agotamiento o rechazo.

“Con el tiempo, el niño puede comenzar a ver el deporte de forma negativa y perder interés por completo de competir”, remarcó.

Esto, incluso, puede evitar que el niño aprenda a manejar su vida y a desarrollar intereses propios, porque atrofian la creatividad.

“Es importante que los padres escuchemos y respetemos los gustos de nuestros niños. No imponer ideas, sino ayudarlos mostrándoles ejemplos sobre lo que nos manifiestan, que son partes de sus gustos”, concluyó.

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