Los niños de 6 años confirman por sí mismos las cosas.

Los niños desde los 6 años ya no creen ciegamente lo que se les dice

Psicóloga recomendó evitar responderles con frases clásicas como “porque sí” y “preguntale a tu mamá”.

Psicóloga recomendó evitar responderles con frases clásicas como “porque sí” y “preguntale a tu mamá”.

Por José Amilcar Oviedo 

A partir de los 6 años, los niños ya no creen ciegamente lo que les dicen los adultos, sus padres y maestros.

Esto según un estudio realizado por las universidades de Toronto (Canadá) y Harvard (EE. UU.), publicado en la revista Child Development. Al respecto, la psicóloga infantil Daniela Moreno dijo que depende mucho del contexto en el que se crían.

“Hay padres que les hablan mucho, les hacen partícipes de diálogos, de debates familiares y eso hace que el niño se desarrolle más rápido”, comentó a DÍA A DÍA.

Sin embargo, manifestó que ese trato no se da tanto en la cultura paraguaya. “Acá no se critica demasiado y no hay mucho diálogo en la familia sobre temas particulares, más que el día a día”, dijo.

Incluso señaló que algunos niños pueden llegar a esa madurez antes de los 6 años, dependiendo de su entorno. Instó a contestarles todas las preguntas hasta que se sacien, porque el niño pregunta una vez y después se da la vuelta y se va a jugar.

“No hay que decirles ‘porque sí’, ‘porque no sé’ o ‘preguntale a tu mamá’. Hay que contestarles”, resaltó.

Explicó que el niño aprende ya antes de hablar sobre cómo relacionarse con los mayores. “Ya interpreta la cara de enojada de la mamá, el tono de voz del papá y se da cuenta de que en ese momento no tiene que molestar porque no hay clima”, manifestó.

Dieron piedras a los niños de 4 a 6 años

Los investigadores confirmaron que los niños a medida que crecen quieren comprobar por su cuenta si es cierto lo que les enseñan.

Llegaron a esta conclusión experimentando con piedras con 109 niños de entre 4 a 6 años, según EFE. Les preguntaron a los pequeños si la roca era blanda o dura; todos dijeron que era dura.

Después, a algunos se les decía que la roca era blanda y se les volvió a preguntar si la roca era blanda o dura.

Casi todos los niños insistieron que la roca era dura. Les dejaron a solas y notaron que la mayoría comprobaba por su cuenta si efectivamente era dura la roca.

Los autores descubrieron que los más pequeños exploraban porque creían lo que se les decía, pero los mayores exploraban porque no creían.

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