Adultos que necesitan de rehabilitación también recurren a ellos. Impresoras 3D son cada vez más baratas, dicen.
Por José Amilcar Oviedo
Isabel Barrios empezó en el mundo de la impresión en 3D haciendo prótesis para sus pacientes terapéuticos. Pero en el camino se dio cuenta de que podía hacer juguetes didácticos para niños y adultos.
“Los juguetes que yo desarrollo trabajan actividades de la vida diaria”, manifestó a DÍA A DÍA. Con estos juguetes, los niños se preparan para luego sostener un lápiz, un peine o una cuchara.
Los profesionales les orientan a los padres qué necesita trabajar el niño, como motricidad fina, entonces, acuden a su empresa llamada Asisto.
Con su impresora 3D también puede desarrollar engrosadores para que una persona mayor pueda agarrar mejor un cubierto.
“El mundo 3D en Paraguay es muy nuevo aún. Alrededor del 2020 empezó a surgir”, indicó.
Sobre este punto, Édgar Arévalos, jefe de Innovación de la Facultad de Ingeniería, UNA, indicó que cada vez es más barato tener en la casa una impresora 3D.
“Anteriormente, más o menos por $1.000 (G. 6.800.000) adquirías una y ahora por G. 1.500.000”, dijo.
Sostuvo que para manejarlas solo se requiere paciencia en caso de que haya que desarmarla para hacer limpieza.