Especialistas señalan que se puede combatir la ansiedad, el estrés y los sentimientos de culpa.
Por José Oviedo Bareiro
Hacer ejercicio, consultar al médico, mantener la limpieza, todo se puede dejar para más tarde, pero esto tiene sus consecuencias. Lo llaman “procrastinación”, la mala costumbre de no hacer las cosas en su momento.
La psicóloga Carmen Aguilera aconsejó en estos casos realizar un plan de actividades semanales. “Semanalmente, que uno se ponga proyectos a ser alcanzados, empezando por lo más complicado y controlar, como chequeando el cumplimiento”, afirmó.
Comentó que lo óptimo es no tomar compromisos laborales, educacionales o familiares, sin antes concluir las actividades anteriores. “Tienen que ser graduales y alcanzables y su secuencia temporal, es decir, el tiempo y orden requeridos tienen que ser razonables, lógicos y proporcionados”, dijo.
Procrastinar de forma frecuente “puede tener consecuencias negativas, tanto en la productividad y eficiencia como también podría afectar la salud mental y física”, añadió. Se puede reflejar en estrés, angustia, bajo nivel de satisfacción, ansiedad, baja autoestima y sentimientos de culpa.
Sobre este punto, la psicóloga Yolanda Azcona resaltó la importancia de identificar las distracciones para no procrastinar. Subrayó que hay que dividir las grandes tareas en partes pequeñas y no dejar ni un día sin organizar el tiempo.
“Es una respuesta natural del ser humano huir de sensaciones negativas, como las que pueden producirse en una tarea que no nos resulta del todo placentera”, apuntó.
Instó igualmente a utilizar la regla de los 2 minutos, que consiste en hacer las tareas ni bien llegan, toda vez que no duren más de 2 minutos. Pero si lleva más tiempo, se aplaza o se delega su realización.
“Los estudios realizados han comprobado que las personas que procrastinan tienen una mayor tendencia a escoger la gratificación inmediata y a no valorar las consecuencias a largo plazo”, manifestó.
Entre las causales, observó que puede existir un exceso de planificación y de perfeccionismo. “Algunos de los mensajes que pueden aparecer en la procrastinación serían: ‘Tengo que ser perfecto’; ‘Si las cosas no se hacen bien, mejor no intentarlas’”, detalló la profesional.
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